jueves, 4 de octubre de 2007

Aves que intentan conquistar hombres


Alarma por casos de animales desquiciados por contaminación
Caracolas con organos masculinos

La presión humana sobre las especies es tal que muchos ejemplares se comportan de maneras excéntricas.
El “pájaro loco” era un pájaro carpintero según la clásica versión de los dibujos animados. Pero como siempre se dice, la realidad deja corta a la ficción, lo que en el caso de las aves desquiciadas nos lleva a hablar de varias especies que harían palidecer al mencionado héroe emplumado. Por ejemplo, los urugallos. Estos gallos silvestres de la Cordillera Cantábrica, han perdido la razón.
El diario español “El País” cuenta que desde hace diez años, responsables de la conservación de especies protegidas de la Junta de Castilla y León y del Principado de Asturias, han detectado ejemplares dóciles, que no huyen de los humanos como antaño, y otros definitivamente enloquecidos, que ante la presencia del hombre desplegan sus dotes nupciales invitando a los presentes a participar de sus ceremonias de celo y acoplamiento. Y aunque la escena pueda parecer graciosa hay que advertir que estas extrañas conductas son un paso hacia la extinción.La presión humana ha provocado que las poblaciones de cientos de especies animales -incluyendo a los urogallos- se fragmenten y se aíslen lo que ha dado como resultado un número creciente de ejemplares desorientados.Cosa de ver a las garzas blancas o a las gaviotas argénteas que van por la vida caminando como si estuvieran borrachas. Claro que lo que ellas han bebido en exceso es plomo y mercurio, lo que finalmente ha afectado su sistema nervioso. Esas sustancias tóxicas las ingieren al tragar los cartuchos usados para la caza de aves en los humedales.Y la locura de los animales también llega al mar.
Pierre Béland, fundador del Instituto Nacional de Ecotoxicología de San Lorenzo, Canadá, descubrió con estupor el ejemplar de una ballena macho que había desarrollado útero y ovarios por culpa de las sustancias tóxicas que se habían hecho parte de su organismo.Lo mismo, pero al revés, les pasó a las caracolillas multicolores de la costa gallega. Ellas desarrollaron órganos sexuales masculinos y perdieron la capacidad de reproducirse lo que dejó a su especie a un pie de la desaparición. El culpable en este caso es el tribulito de estaño, uno de los productos contenidos en las pinturas que evitan la corrosión de los barcos. (Archivos IIEE-Chile, Sigrid Grothe)




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